Este apartado de mi blog podréis observar algunos cuentos que me parecen maravillas, escritos por mis amigos.
El primer texto trata, digamos de dos partes,y son muy especiales las y son:
EL MISTERIO DE LAS 11:05
Yo, Julia, y
mi mejor amiga, Marisa, siempre estábamos juntas. No nos separábamos
nunca y todo lo que era mio era suyo y lo que era suyo era mio. Nos
lo contábamos todo y no nos guardábamos ni un secreto, o eso
pensaba. Por todo ello lo que ocurrió me chocó tanto. Aun sigo sin
creer realmente lo que ocurrió. Fue lo siguiente:
Marisa y yo
íbamos a 4º de ESO del IES Mulhacén en Granada. Ella iba al grupo
A y yo al B. Por esto muchas veces quedábamos a 2ª o a 4ª hora
para ir al baño y así podíamos contarnos los nuevos cotilleos.
Ambas eramos buenas alumnas aunque no sacábamos muchos nueves ni
dieces pero si ochos y sietes.
El caso fue
que un martes por la mañana, antes de entrar, quedamos para vernos
entre clase. Yo le dije que quedáramos a 2ª, pero ella insistió en
que quedáramos a 3ª hora, concretamente a las 11:05, que tenía
contarme algo muy importante. Eso me extrañó mucho porque además
de que a esa hora ella tenía matemáticas y su profesor casi nunca
les dejaba salir pensé ¿qué puede ser tan importante para que no
pueda esperar ni 10 minutos a que llegue el recreo? A pesar de mi
incertidumbre acepté. Seguidamente sonó la sirena y nos despedimos.
Pasaron la
1ª y la 2ª hora y llegó la 3ª hora. Le pedí a la maestra de
Sociales que me dejara ir al baño, pero como todos se estaban
portando nada más que regular, en vez de a las 11:05 como habíamos
acordado, me dejó salir a las 11:10. En ese momento sentí un
escalofrío, pero preferí no hacerle caso. Fui corriendo al servicio
corriendo porque sabía que Marisa me estaba esperando y así fue. Me
la encontré sentada en el suelo del baño, de espaldas. Le saludé
pero no contestó. Al principio pensaba que estaba enfadada porque
había llegado tarde pero le volví a hablar y siguió sin
contestarme. Le pregunté si estaba bien pero al ver que no me
contestaba le toqué el hombro y su cuerpo cayó desplomado al suelo.
La miré durante unos 5 segundos y seguidamente grité todo lo que mi
voz me permitió. Pronto sonó el timbre y el profesor de
matemáticas y el de física vinieron corriendo al cuarto de baño
para ver lo sucedido y se quedaron, al igual que yo, con los ojos
como platos. Yo me tiré al suelo y empecé a llorar. No sabía
exactamente lo que le ocurría, pero me temía lo peor. El profesor
de matemáticas tiró algo en la basura y el de física llamó a la
ambulancia que llegó en poco tiempo y no mucho más tarde se
confirmó lo que sospechaba: Marisa había muerto. En ese momento no
sabía que hacer. Durante varios días no dejé de pensar en ella y
en todos los buenos momentos que habíamos pasado juntas. La última
imagen que tenía de ella fue cuando la encontré tirada en el baño,
con una de sus manos en forma de pinza, como queriendo sujetar algo.
Era increíble pensar que hasta hacía unos días era mi mejor amiga
y, ahora, ya no estaba con nosotros. Fue muy pero que muy duro para
mi superarlo. Una vez pasado un tiempo empecé a plantearme, ¿qué
le había ocurrido a Marisa? Ella era una chica normal y corriente.
En el instituto empezaron a circular diferentes hipótesis, como que
un ladrón la había matado al intentar entrar a robar a través de
la ventana del baño que da al exterior, algo que dudo porque no sé
que puede venir a buscar un ladrón a un instituto o también
empezaron a decir que se había suicidado, algo que me extraña aun
más porque ella era una chica que no tenía problemas ni complejos
como para hacer semejante cosa. La única enfermedad que se puede
decir que tenía era que algunas veces le venía asma, por lo que
siempre llevaba un inhalador aunque no le gustaba usarlo en público.
No tenía enemigos que le pudieran hacer semejante cosa y su vida iba
como la de cualquier otra chica de 15 años. A partir de entonces
decidí que la cosa no podía quedar ahí y que yo iba a descubrir
quién, cómo y por qué alguien le hizo semejante barbaridad a mi
amiga.
Decidí
empezar por algún comportamiento raro que hubiera tenido
últimamente. Lo único que recordé fue que ella había roto con su
novio, David, hacía dos semanas y no creo que, por muchísimo que se
arrepintiera, fuera motivo suficiente para suicidarse. Después me
acordé que tenía algo muy importante que decirme y que justamente
tenía que ser a las 11:05, ni antes, ni después.
Más tarde
empecé a pensar en Marisa, cuando la vi en el baño. En ese momento
caí en que ese día tenía Educación Física después del recreo y,
sin embargo, ella llevaba una camiseta de encaje, una falda y unos
botines. ¿Acaso ella ya sabía que no iba a poder estar después del
recreo? Y en ese caso ¿cuál había sido el motivo? Todas esas
preguntas en la cabeza me atormentaban.
Al día
siguiente, mi madre, como era maestra, tenía una reunión en el
instituto y le pedí si podía ir con ella. Una vez allí, sin que
nadie se enterara, estuve revisando los datos generales del centro a
lo largo de toda su historia para ver si entre los expedientes había
algún caso parecido y solo encontré uno en el 1985, el de un chico
llamado Kevin que era escocés y se mudó a Granada con sus padres y
su hermano pequeño. Al parecer el niño era acosado por sus
compañeros y les gastaban bromas pesadas por lo que un día el niño
pidió ir al baño donde coloco una bufanda de la que se colgó. Lo
de que este suceso ocurriera también en el baño me llamó la
atención así que decidí no dejarlo sin más.
Después
decidí ir a casa de Marisa. Sus padres, como es normal, todavía
seguían conmocionados. Les pregunté si habían notado algo raro en
ella últimamente y me dijeron que no y, entonces, con la escusa de
coger un libro que le había prestado, les pedí que me dejaran ir a
su cuarto. Este estaba como siempre. No encontré nada fuera de lo
normal. Cogí su móvil para ver si había hecho alguna llamada rara
hacía poco, pero nada. También miré su lista de contactos en
Whatsapp y era igual que la mía, ya que teníamos los mismos amigos,
todo igual menos por un contacto, un tal Joaquín del cual yo no
sabía su existencia. Miré sus conversaciones y al parecer habían
empezado a salir sin haberse visto antes por lo que esa fue la razón
de que cortara con su novio. Además habían quedado en fugarse en el
recreo para poder conocerse en persona ya que él decía ser de otro
instituto de la zona. Por eso ella no llevaba ropa de deporte, sino
de iba de punto en blanco y seguramente para lo que quería que
quedáramos era para que conociera a su novio y por ello tenía que
ser justo antes del recreo, para que los profesores no le pillaran al
escaparse. Las cosas empezaban a encajar un poco más pero aun seguía
sin saber demasiado sobre su muerte en sí. Pero si habían quedado,
¿cómo es que no se presentó? Decidí apuntar su número para más
tarde llamarlo haber si me podía dar alguna nueva información.
Cuando
llegue a mi casa lo llamé y ocurrió algo que no me esperaba: La
operadora me dijo que el número al que había llamado no existía.
Lo intente varias veces más, pero seguía sin funcionar. ¿Qué
estaba pasando? ¿A acaso ese tal Joaquín había sido el asesino?
Pero entonces, ¿quién era ese chico en realidad?
Entonces
recordé que no había hecho algo muy importante, revisar la escena
del crimen.
En el recreo
fui a ese cuarto de baño pero no encontré nada raro. Cuando ya me
estaba yendo hacia mi clase vi a uno de mis compañeros usando su
inhalador y en ese momento todo me cuadro: Cuando vi a Marisa por la
mañana llevaba en el bolsillo de su chaqueta su inhalador y, sin
embargo, cuando la vi en el baño no lo llevaba, es más, tenía una
de las manos como queriendo sujetar algo, lo que significa que
después de usarlo alguien se lo quitó. La piezas de este puzzle
estaban cada vez más juntas pero algo seguía sin cuadrarme.
Volví a
revisar el expediente de Kevin y de los demás alumnos de su clase en
un descuido de los profesores y allí fue donde empecé a encontrar
la solución.
Justo
entonces recordé que el profesor de matemáticas tiró algo en la
basura, a lo cual en su momento no le quise dar importancia pero que
luego, tras rebuscar en la basura, que no fue por cierto muy
agradable, me dio la clave para resolver este misterio.
A la mañana
siguiente llamé a la policía, y decidí que era el momento de
desvelar el misterio. Una vez se reunieron los padres de Marisa y los
profesores del instituto comencé a relatar lo que ocurrió en
realidad:
Marisa había
conocido por Whatsapp a un chico del que se enamoró. Después de
hablar mucho decidió que era la hora de que se conocieran, por lo
que quedaron en las puertas del instituto justo antes del recreo.
Marisa quería que yo saliera con ella por la ventana del baño que
daba al exterior por lo que quedamos a las 11:05. Pero ese chico, en
realidad, no era quien decía ser, sino que había sido el asesino de
Marisa. Este no tuvo ni que disparar, ni que ahogar, ni que amenazar
a Marisa para que muriera, simplemente espero a que hiciera algo tan
normal para ella como usar su inhalador el cual el asesino había
cambiado por uno exactamente igual solo que estaba envenenado. De
este modo fue cuestión de segundos que Marisa usara su inhalador y
cayera muerta en el cuarto de baño. Al asesino no le importaba quien
encontrara el cadáver, solo que fuera en el baño, ya que era un
lugar libre de cámaras.
Por ello el
asesino tuvo que ser alguien que hubiera estado con Marisa justo
antes del asesinato para poder cambiar el inhalador antes de que
ella fuera al baño, y ese alguien fue el profesor de matemáticas.
En ese momento todos se quedaron atónitos, de piedra y mucha gente
no me creía. El profesor de matemáticas se hizo la víctima y me
reprochó que no tenía pruebas, pero entonces continué con que él
había tenido a 3ª hora con el curso de Marisa y fue entonces cuando
le cambió el inhalador. Una vez la encontré muerta sin que yo me
percatara le quitó el inhalador envenenado y, a falta de un sitio
mejor, lo tiró a la basura y así podía tener una coartada
perfecta. Después todo el mundo empezó a decir, ¿pero qué motivos
podía tener? Y expliqué que él era el hermano de Kevin que, en
busca de venganza por los que acosaban a su hermano mayor, entre los
que se encontraban los padres de Marisa, decidió hacerles daño en
lo que más les importaba: su Hija. En ese momento el profesor empezó
a reír y a llorar a la vez. El daño ya estaba hecho y empezó a
decir que todo lo sucedido era merecido. Los padres de Marisa
comenzaron a llorar. Una vez que los policías arrestaron a mi
antiguo profesor, este me dijo al oído irónicamente: Si en los
exámenes de matemáticas hubiera puesto más problemas seguro que
siempre hubieras sacado un 10. En ese momento no sabía bien ni que
pensar ni que sentir. Había resuelto el caso, pero por mucho que
hiciera Marisa seguiría sin volver. No obstante todo lo ocurrido me
dejó una cosa muy clara: ya sabía lo que iba ser de mayor.
Esta es la segunda parte de este cuento tan misterioso.
EL
MISTERIO DE LA PUERTA CERRADA
De nuevo
yo, Julia, después de unos meses del asesinato de Marisa, ya lo
había superado un poco, ya que esas cosas requieren su tiempo. Pensé
que lo ocurrido había sido algo excepcional, de esas cosas que solo
pasan, si es que pasan, una vez en la vida, pero pronto me di cuenta
de que hay situaciones que te toca vivir varias veces.
Un jueves,
tras acabar la última hora, cuando ya tocó la sirena, estuve
esperando a mi hermana Clara en la puerta. Esperé más de un cuarto
de hora, pero no salía ni ella ni ninguno de los de su clase. Al
poco vino corriendo diciendo que su profesor de tecnología les había
hecho un examen sorpresa en mitad de la clase porque “los de
siempre” estaban nada más que interrumpiendo continuamente. La
verdad es que no me extrañó demasiado, ya que el profesor tenía
fama de tener muy pero que muy mala uva y, aunque ningún año, por
suerte, me había tocado, siempre que venía de guardia ponía por lo
menos tres o cuatro partes como mínimo. Cuando ya nos estábamos
yendo andando mi hermana, con lo despistada que es, recordó que se
había dejado la chaqueta en la clase. Le acompañé un poco enfadada
ya que, además de la espera, tuve que acompañarla y entrar de nuevo
al instituto con las pocas ganas que tenía. Fuimos a conserjería a
pedir las llaves, pero nos dijeron que el profesor de tecnología
todavía no había salido, así que seguimos caminando hacía su
aula. Una vez allí, intentamos abrir la puerta pero, extrañamente,
estaba con el pestillo echado. Pensamos que habría sido una de las
tantas ocurrencias del profesor para que no le molestaran, pero
cuando tocamos varias veces y no nos abría empezamos a sospechar.
Entonces escuchamos al profesor de tecnología hablando con alguien
que no dijo ni una sola palabra. Dijo algo de que no debía hablar o
de que sino, las consecuencias serían graves y en ese momento, oímos
un golpe. Mi hermana y yo, asustadas, fuimos corriendo a pedir ayuda
a los pocos profesores que quedaban y al equipo directivo. Como el
pestillo estaba echado desde dentro, las llaves no podían hacer
nada, por lo que se vieron obligados a tirar la puerta abajo. Una vez
derribada la puerta el asombro fue general, aunque yo, viendo la
situación, o más bien oyéndola, y recordando el último incidente,
no me sorprendí tanto. El profesor estaba tirado en el suelo, con
una herida ensangrentada en la cabeza. Los demás maestros pronto
llamaron a la ambulancia, pero ya era demasiado tarde. Lo habían
asesinado, eso estaba claro, porque Clara y yo habíamos estado
presentes y habíamos oído lo ocurrido desde el pasillo, pero,
¿quién? Me quedé unos minutos mientras llegaban las unidades
medicas. Revisé toda la clase en busca de pruebas o cualquier otra
cosa que pudiera indicarme como lo habían matado, porque la manera
era fácil ya que había sido un golpe en la cabeza que podían
haberle dado con casi cualquier cosa, pero lo raro no era la manera
de matarlo sino la forma en que el asesino había entrado en el aula,
ya que, después de revisar las grabaciones de la cámara del
pasillo, comprobé que ninguna persona había entrado en el aula
después de que mi hermana y los de su clase salieran y tampoco nadie
había salido después de que Clara y yo oyéramos las voces.
Entonces, ¿cómo el asesino había podido entrar y salir de una sala
precintada sin ser visto? Era imposible, a no ser de que fuera
invisible, algo que dudo mucho. Al principio pensé que había podido
ser por la ventana, pero había unos grandes barrotes rodeándola y
ni siquiera yo podía salir, de modo que, a no ser que el asesino
tuviera el tamaño de un ratón no habría podido caber por ahí.
Decidí
dejar de momento el cómo había ocurrido y empecé a centrarme en
quién. Para ello tenía que buscar alguien que tuviera una muy buena
razón para hacer semejante cosa, y la verdad es que era difícil
reducir la lista a pocas personas ya que no era uno de los “más
queridos” dentro del centro, pero me centré en los que sus motivos
pudieran ser mayores. Los cursos en los que daba clase eran 2º ESO
B, el curso de mi hermana, 4º ESO A y B y también 2º de Bachiller.
Estuve investigando en los recreos “espiando” si es que se puede
llamar espiar a esconderse tras el cubo de la basura o a pasar varias
veces por el mismo lugar para intentar pillar el hilo de las
conversaciones de los demás, y fui descubriendo a mis principales
sospechosos entre los alumnos. La verdad es que me costaba mucho
creer que alguien con quien yo comparto los pasillos pudiera ser un
asesino, pero en la vida hay gente para todo que es capaz de hacer
todo tipo de cosas, por muy perversas que sean. En 2º, el principal
sospechoso era un tal José Luis, al que el profesor había pillado
copiando en un examen y al cual prometió que iba a suspender de por
vida, además de ponerle un parte, llamar a sus padres y asegurarse
de que otros profesores también le suspendieran. Estuve hablando con
él, aunque al principio resultó un poco incómodo ya que hasta
hacía nada y menos ni sabía a que curso iba ni como se llamaba,
pero al final saqué el tema y me dijo que sí, que en parte se
alegraba, y no poco de la muerte del profesor, pero que el nunca lo
habría matado y menos a escondidas ya que dijo, supongo y espero que
de broma, que en todo caso le hubiera pegado “un tiro” en medio
de toda la clase. Se empezó a reír y yo me reí también, por
intentar seguirle el rollo, aunque falsamente porque la verdad es que
a mi en ese momento no me hizo demasiada gracia. En 4º ESO A no
encontré nadie que tuviera “muchos motivos” para matarlo ya que
encontré castigos después de clase y en el recreo pero pensé que
no era suficiente razón como para cargarse la vida de una persona.
En cambio, en 2º de bachiller encontré a una chica llamada Esther
que iba a recibir una beca para ir a la universidad, pero como el
profesor le tenía manía, en el examen final de su asignatura que
contaba como toda la media de esta, le quitó casi un punto para que
no pudiera conseguir la beca a pesar de que lo había sacado todo
sobresaliente. Por ello Esther, como en su casa no tenía el dinero
suficiente, no pudo conseguir la beca, por lo que, tras acabar el
curso, no sabía que iba a hacer con sus estudios. También estuve
hablando con ella y, nada más sacar el tema, empezó a llorar. Pensé
que, en el caso de que hubiese sido ella, podría haber sido de
culpabilidad. Entonces se secó la lágrimas y se tranquilizó y me
dijo en palabras textuales que “ese maldito profesor le había
truncado la vida”. Al escucharla me quedé bastante sorprendida. Al
igual que el otro chico tenía motivos para dar y regalar y lo raro
es que habían sido muy sinceros conmigo, tal vez demasiado, a la
hora de hablarme de su relación con el profesor. La cosa no queda
ahí. En 4º ESO B, aunque al principio no sabía si tenía mucho que
ver, había una chico, un tal David, que un día que tenía a última
hora con él, les castigo con salir diez minutos tarde y justo ese
día, su madre iba a ir a recogerlo y al parecer, cuando se estaba
dirigiendo con el coche hacia la puerta principal del instituto, otro
coche pasó disparado y chocó fuertemente con el de su madre,
quitándole la vida. David en ese momento salió y vio como ocurría
aquel fatídico accidente. Todo ello le traumatizó y, según sus
amigos, desde entonces no volvió a ser el mismo. Al parecer, lo que
más le atormentaba, era no saber quien había sido aquella perversa
persona que ni siquiera se detuvo después de haber cometido un
homicidio. Pensé que tal vez le tenía manía al maestro por no
haberle dejado salir antes ya que así, seguramente, el coche no
hubiera pasado en ese preciso momento. Decidí no hablar con el
porque, según oí, desde entonces se había aferrado mucho al dolor
y no tenía demasiadas ganas de hacer amigos.
Una vez
encontrados los principales sospechosos entre los alumnos, empecé a
pensar en quien o quienes podrían ser sus principales enemigos entre
el profesorado. Pregunté a mi madre, que era profesora en el centro,
a la que por supuesto en ningún momento tomé como posible asesina.
Me dijo que, en general, a nadie le caía lo que se puede decir
“exageradamente bien”, que no era un hombre muy amistoso, sino
que se centraba más bien en lo referente a los exámenes, los
castigos y el alumnado, de modo que me dijo prácticamente lo que yo
ya había descubierto. Me contó también que debía ser una persona
bastante adinerada ya que, después de estrenar un coche, en menos de
una semana, se compró otro totalmente nuevo. También me dijo que,
hacía unos cuantos días, había tenido una bronca con el director
por dejar a los alumnos a los que tenía a última hora castigados
siempre después de clase de modo que todo el equipo directivo tenía
que hacer “horas extra”, por lo que, para no tener que recibir
más quejas de otros profesores, le exigió que no los volviera a
castigar después de clase, o que sino se vería obligado a
despedirle pero, como no, el profesor de tecnología no le hizo ni el
mínimo caso.
Ya tenía a
los cuatro sospechosos a
los que reduje mi lista, una lista que se podía haber agrandado más
y más, pero decidí dejarla en esos cuatro. Entonces me dispuse a
buscar las coartadas de los sospechosos, algo que fue en poco más
difícil, ya que, en un principio, tampoco quería que se sintieran
acusados. Al parecer José Luis, el chico de 2º, se había fugado en
el recreo de ese día y de testigos estaban sus amigos, los que se
escaparon con él. David, el chico de 4º, estaba en su clase, ya
que, como era el delegado, algunos días se tenía que quedar
organizando algunas cosas y las cámaras de vigilancia del pasillo lo
demostraban, ya que solo se le veía entrar en la clase y 10 minutos
más tarde de que se produjera el asesinato, salir para ver a que
venía la ambulancia y los coches patrulla. Esther, la de 1º de
bachiller, había salido puntual y la había recogido su padre, que
estaba como testigo y en cuanto al director, había estado de reunión
todo el tiempo. Me di cuenta de que todos tenían una cortada
perfecta e irrompible hasta que, claro, se demostrase lo contrario y
recordé que aun había dejado un cosa pendiente que, tal vez, me
diese la pista definitiva para desvelar este misterio.
Decidí ir,
después de clase, mientras mi madre tenía una de sus tantas
reuniones, a la clase de 2º B y le pedí a mi hermana que viniera
conmigo ya que, al fin y al cabo era su clase y ella notaría mejor
que yo si algo había cambiado. Una vez allí lo estuve
inspeccionando todo y la verdad no encontré nada raro. La clase
tenía una pizarra digital, una de rotulador, como no mesas y sillas
y las cuatro paredes empapeladas de cartulinas de diversas
asignaturas, eso sí, en cada pared de una asignatura, porque, según
me dijo mi hermana, el maestro de tecnología quería que cada pared
correspondiera a una en concreto, no todas mezcladas, por lo que en
una estaban las de tecnología, en otra las de naturales, en otra las
de lengua y en la última las de inglés. Sin embargo mi hermana me
dijo algo que dio que pensar. Me dijo que desde el incidente notaba
que algo no estaba en su sitio, que algo sobra, que algo no estaba
donde debía, pero no sabía decir el que. Como ya había acabado la
reunión de mi madre, decidí irme con ella y, si se me ocurría
algo, ya volvería. Entonces, justo en el momento en el que iba a
cerrar la puerta escuché el sonido de algo caerse por lo que me di
la vuelta y vi que era una de las tantas cartulinas que había en el
aula. Y fue justo en el momento en el que fui a recogerla y a
colocarla en su sitio cuando me di cuenta de como había ocurrido
todo y hasta quién había sido el asesino.
Decidí
reunir a todos los sospechosos en el instituto durante recreo y
empecé a contar mi versión de los hechos:
El profesor
de tecnología nunca había sido ni muy popular, ni muy querido ni
por parte del alumnado ni por parte del profesorado. Por tener, todos
hubieran tenido motivos, pero los que se puede decir “más
consistentes” eran los de cuatro
personas: José Luis, porque el profesor se aseguró de que los
castigos y los suspensos no le faltaran hasta que se jubilara, David
por haber provocado indirectamente la muerte de su madre al hacer que
salieran más tarde de lo que tocaba, Esther porque le había
arruinado su brillante futuro y el director por tener que quitarse
parte de su sueldo para pagar las horas de después de clase a los
profesores y estar harto de recibir infinitas quejas por los absurdos
consentimientos del profesor. Todos ellos tenían motivos, estaba
claro, pero saber quién es más difícil de averiguar sin saber el
cómo, por lo que empezaré por ahí. Lo que más me extrañó fue
que desde las cámaras del pasillo no se viera entrar a nadie al aula
ni salir después de que tiraran la puerta abajo de modo que, en
principio, era imposible entrar a una habitación cerrada a cal y
canto pero lo que todos nosotros no sabíamos es que había otra
entrada a la clase, no secreta, ya que estaba a la vista de todos,
pero si disimulada y hasta ocultada para que nadie se diera cuenta.
Esa entrada era el conducto del aire de la clase que, como todavía
no hacía mucho calor, no estaba encendido, lo que facilitó la labor
del asesino el cual entró en el conducto por la única otra aula con
la que conectaba, que es 4º B, ¿no es así David? En ese momento él
me miró y todos empezaron a mirarlo. Él había sido el sospechoso
del que menos sospechaba ya que pensé que sus motivos no eran del
todo graves, pero me di cuenta de que sus razones para matarlo no
eran las que yo creía, sino otras muy distintas. Estaban
relacionadas con la muerte de su madre, pero no del modo en el que yo
pensaba. David no quería venganza por haber hecho que saliera más
tarde, sino por haber sido el mismo profesor quien, imprudentemente,
acabara con su vida. Por eso se había comprado otro coche a los
pocos días de haber estrenado uno totalmente nuevo, porque, aunque a
él no le había ocurrido nada aparte de algunos pequeños arañazos,
el coche había quedado totalmente destrozado. Todo esto lo descubrí
porque, cuando se cayó una cartulina de la clase de mi hermana, la
que estaba justo al lado tenía de título “Diptongos e Hiatos”
por lo que debía ser de la asignatura de lengua y, sin embargo,
todas las demás de esa pared tenían títulos como “Las Células”
y cosas relacionadas con las ciencias de la naturaleza y entonces
pensé: si este profesor era tan excéntrico, ¿cómo había dejado
que mezclaran cartulinas de diferentes asignaturas? Y cuando fui a
despegarla para ver si me daba alguna pista,fue cuando vi el conducto
del aire. David lo hizo para intentar apartar las miradas de lo que
se puede decir “su entrada secreta”, pero no se dio cuenta que,
al ocultarla con las prisas, eran cartulinas de diferentes
asignaturas. Eso fue lo que mi hermana notaba descolocado en su aula
y ese fue el medio por el que pudo entrar y salir de la clase sin ser
visto. Además tuvo tiempo de sobra de salir de la clase 4º B para
observar, fingiendo la sorpresa, como se llevaban al homicida de su
madre. Entonces, tras unos eternos segundo de silencio, David comenzó
a llorar y empezó a decir que el profesor, tras haber golpeado su
coche contra el de su madre, golpe que le provocó la muerte, se dio
a la fuga para no asumir las consecuencias de modo que le exigió que
dijera la verdad o que lo denunciaría a la policía y sin embargo el
profesor de tecnología le replicó que, además de no conseguir nada
porque ya se había desecho de las pruebas y tenía muy buenos
abogados, le suspendería por el resto de sus días y le haría la
vida imposible. De modo que desde entonces comenzó a planear su
venganza y no dijo nada de lo que vio aquel día para no levantar
sospechas.
Poco más
tarde la policía se llevó a David y lo internaron en un centro de
menores. La verdad es que me dio mucha pena porque, después de todo,
David solo quería que pagara por lo que había hecho, pero creo que
esto le sirvió para aprender que en el mundo no hay nada más
valioso que la vida de una persona.
Estos cuentos están hechos por Rosa María
Moreno López. Para mi una gran escritora.
Ahí va otro cuento súper bonito.
Ahí va otro cuento súper bonito.
El
aleteo de una mariposa
Dicen que "el
aleteo de las alas de una mariposa puede hacer una catástrofe en el
otro lado del mundo" pero, ¿y si no es una mariposa? ¿y si es
el amor y el desamor?
Patricia era una
chica de 15 años que estudiaba en el instituto “Reina” en
Madrid, desde los 3 años. Era de pelo negro, largo, de cuerpo
normal, alta, con ojos marrones claros y rasgados, le gustaba el
chocolate negro, las novelas de amor, el tiramisú sin huevo,
California en verano, el sol y el calor, y odiaba todo lo contrario
de lo que le gustaba.
Era el primer día
de verano y toda su clase estaba reunida en la piscina de Corina, que
era bastante grande y cabrían los 25 niños de clase, excepto 3 o 4
chicos de esos raritos y algún otro chico que ya se había ido de
vacaciones.
Tampoco fue el
mejor día, pero que quieres, era el principio del verano, habría
tiempo para mejores momentos.
-Corina es mi
mejor amiga y la mayor parte del verano me lo pasó en su casa y con
su hermano Pedro que tiene un año más que nosotras y se trae a sus
amigos también.
Con uno de sus
amigos, Rafa, ensayo de lunes a viernes en el teatro cercano a mi
casa. Bailamos, baile moderno. Aunque no llevamos ni 10 meses
bailando, estamos ya participando en algunos concursos de Madrid
donde van más parejas de baile.
El caso es que ya
habría, mejores momentos. Corina tenía el pelo claro, pero no
rubio, y era alta como yo. Le gustaba el chocolate blanco, y en su
casa no hay más que eso. Helados de chocolate blanco, tartas bañadas
en chocolate blanco, galletas rellenas de chocolate blanco… vamos
que no iba pensaba yo en ir a comer a su casa. Su padres y los míos
trabajan en una empresa de helados juntos y se conocen de ir los 4
juntos a clase.
Patricia y Corina
eran las más guapas de su clase, con el pelo sedoso y encima sacaban
buenas notas, aunque Corina se le da fatal la Física y la Química.
Aunque Patricia se le daba mejor en cursos anteriores, cayó como su
amiga con la llegada de un profesor que lo odiaba. Bueno la cosa es
que Corina tenía novio, y él era muy guapo también. Vivía muy
cerca y se conocían casi de siempre y llevaban ya casi 1 año
juntos. En cambio Patricia nunca había tenido, a no ser que se
cuenten los de la guardería, que su amiga y ella cada día tenían
uno. Muchos la querían a ella, pero esta no sentía nada por
ninguno. Su madre que le gustaba mucho saber la vida de su hija y
tenía consciencia de esto, sabía segurísimo o eso creía ella, que
su hija no sabía lo que era el amor, pero tenía por seguro que muy
pronto su hija sentiría amor por alguien.
Yo creo que
Patricia había salido a su padre y que su madre se extrañaba por lo
que le ocurría. Porque siempre andaba contando sus amoríos de
adolescencia. La verdad es que Patricia y su madre se parecen mucho
ahora, pues imaginaos María con la edad de su hija.
El 10 de Julio,
los padres de Patricia y los de Corina empezaron las vacaciones, y
los padres de Patricia, su hermana y ella se fueron de vacaciones a
California, una semana.
Tomaron el avión
en el aeropuerto de Madrid el 11 de Julio a las 10:00 de la mañana.
Y llegaron en 15 horas. Tenían un apartamento alquilado y había
mucha gente ahí. Un día estaba Patricia en la playa con sus padres
y había un grupo de chicos y chicas jugando a voleibol y además...
hablaban español.
Patricia le
gustaba mucho el voleibol y se fue con ellos a jugar. Eran 3 chicos y
2 chicas y jugaban muy bien. Eran todos de Buenos Aires y habían
venido por un viaje del instituto. Estaban muy contentos ya que en
esa época era invierno en Argentina y echaban de menos ya la playa.
Le contaron a Patricia que vivían muy cerca de su apartamento que
llevaban ya 3 días ahí y se lo conocían todo bastante bien. Sobre
todo las pistas de tenis, la piscina y la heladería a la que iban
todas las noches después de cenar en el hotel. Un chico del grupo
que se llamaba Alfredo se enamoró de Patricia en el primer momento.
Pero no dijo nada.
Esa misma noche
quedaron para ir a tomar un helado y se lo pasaron genial. Estuvieron
juntos toda la semana. En la piscina, el tenis, la playa, la
heladería...
Llegó el último
día para Patricia en California, e hicieron una fiesta todos juntos
en la habitación del hotel, se dieron los números de teléfono, la
dirección de correo, la calle donde vivían para enviarse cartas...
Mientras tanto...
En Madrid estaba Corina, contentísima, y muy enamorada. Su novio,
Carlos y ella cumplían 1 año juntos y lo iban a celebrar en su
piscina, pero esta vez solos.
Corina lo llamó y
le felicitó y el hizo lo mismo con ella, aunque la verdad es que se
le olvidó por completo. Le dijo que viniese para su casa a las 5:00
de la tarde y que se quedaría para cenar. Pero el dijo que no podía.
Corina quería llamar a Patricia para contarle todo, pero pensó que
se lo estaría pasando bien y que sería mejor no deprimirla con sus
problemas. Y llamó llorando a Lucía. Y le contó lo que pasaba.
Lucía era la hermana de Carlos y fue a su casa como buena amiga.
Mientras la consolaba, se sintió muy mal por dentro y le contó un
secreto a Corina.
-Te va a doler lo
que te voy a decir, pero a mí me gustaría que me lo dijesen cuanto
antes. Mi hermano todos los días cuando te deja en tu casa después
del paseo, se va a casa de otra, que se llama Julia. Llevan dos meses
viéndose a escondidas. Le pillé hace 2 semanas. Esa chica es una
delincuente, y siempre va con la droga y fumando. La casa está en la
calle Don Juan, si no me crees vamos.
Y fueron a aquel
barrio y Corina pudo verlo todo, los vio hasta besándose. Lo dejó y
se fue a su casa, llorando más todavía y se quedó en su cama
dormida con los ojos muy llorosos.
Patricia estaba en
la fiesta con Alfredo y los demás. Alfredo pensó que no volvería a
ver nunca más a Patricia y que sería muy bueno decirle que la
quería antes de que se fuera.
Le pidió que
saliesen a la playa, y ahí, bajo la luna le dijo que la quería.
Ella pensó que no sentía nada, pero entonces Alfredo la besó de
repente y Patricia sintió en su estomago el aleteo de una mariposa,
mientras Corina lloraba desconsoladamente.
Patricia al día
siguiente cogió el avión y en su asiento, muy ilusionada de lo que
había pasado aquel verano, llamó a Corina para contarle lo que le
pasó ayer. Le dijo que tenía que contarle una cosa muy importante.
Y Corina dijo lo mismo y empezó. Le contó todo a Patricia, y esta
quedo patidifusa. Le pregunto qué era lo que quería contarle.
Patricia se sentía mal por ella, y le contestó:
-Nada, que ya casi
vuelvo, que me lo he pasado muy bien en la playa, y que te echo de
menos.
Colgó, y se quedó
mirando por la ventanilla del avión, a una mariposa que aleteaba con
mucha fuerza a lo lejos…
Hecho por Aida Elhadri Egea. Una gran escritora :)
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